Categorías

Tipos de Masajes eróticos: cada uno tiene algo especial

A veces me sorprendo a mí misma, sabes… deslizándome con las manos por su cuerpo, súper lento, el aceite brilla y huele como… ay, ¿cómo se llama esa flor rara? Ylang-ylang, sí, esa. Las velas y la luz suave, y siento cómo respira más y más fuerte cuando rozo con los dedos la parte de dentro de sus muslos… Ufff. Esto no es un masaje cualquiera, nada que ver, es como arte de verdad, y cada tipo tiene rollo de “episodio de porno”, con su propio sabor, su ritmo. Hay uno bien tántrico, que solo con un suspiro ya lo tienes casi al borde, o el body-massage ese, piel con piel, pegados, que saltan chispas. ¿Quieres que se te moje la concha o que a él se le ponga dura? Pues mira, aquí te lo cuento todo, de los masajes más calientes y por qué son como entradas directas a un festival de orgasmos, literal.

El masaje tántrico

El masaje tántrico es… como meditar, pero en vez de repetir mantras te estás escuchando gemir. Empiezo con caricias suaves, los dedos nada más tocando su espalda, dibujando, no sé, como un mapa de lo que desea. Esto no va de sexo, va de energía, del calor que te corre por el cuerpo, que parece que la piel de golpe cobra vida. Le soplo el cuello, tengo la boca tan cerquita que lo siento temblar… y sí, ya está duro aunque ni lo he tocado todavía. Es todo de dejarse llevar, confiar… y el cuerpo responde solo, pum. Tan fácil. La tantra es para sentir, para notar cómo sube el deseo por dentro, cómo late… hasta que solo con la mano en el vientre ya te mueres. No es solo querer follar, es bucear hasta el fondo de lo que sientes.

Body-massage

Luego está el body-massage… ese sí que parece porno de verdad. Uso aceite, calentito (sándalo, creo), y me deslizo por encima suyo con las manos, sí, pero también las tetas, la barriga, los muslos… todo. Su piel pegándose a la mía… y, tía, es que hasta me mojo sólo por el roce. Técnicamente no es sexo, pero, joder, está tan cerca que a él se le levanta nada más empezar, y yo tengo que aguantar las ganas de gemir. Psicológicamente… es cosa de sentirte cerca, de dejar que los cuerpos hagan su propio baile eléctrico. Te sientes deseadaviva, como un orgasmo largo, de esos que duran horas.

Nuru

Nuru… ay, lo del nuru ya es como porno duro, sin más. Te pones ese gel que dicen que es de algas (resbala más que ningún lubricante), y de pronto somos dos delfines mojados deslizándonos sin parar. Me froto con sus piernas, el pecho por encima de su culo, veo cómo aprieta las sábanas porque ya no aguanta más. Aquí va todo de libertad total, cero reglas, ni vergüenza. Solo calor, solo resbalar. El rollo psicológico está en dejarte llevar a full. No piensas en lo que se “debe” o no, solo nadas en el mar del deseo y cada roce te lleva a explotar, tal cual.

Masaje lingam o yoni

Y después viene el masaje lingam o el de yoni… aquí no hay vueltas: vas directo a lo que importa. Con ellos, empiezo por los muslos, muy despacio, jugando, hasta que de verdad le toco la polla (no es una paja, eh, es otra cosa, despacio, mojado, lo dejo al borde, hasta que me ruega, sí, literalmente, que lo deje correrse). Si es ella, mmmm, trabajo el yoni, despacito el clítoris, tan suave que se moja pero no llega al orgasmo hasta que le digo que sí. Aquí la cosa es el control y dejarse llevar… tú quieres correrte pero yo te paro, y eso hace que cuando llegues sea mil veces más fuerte. Para los que les va lo intenso y lo directo, vamos.

Masaje tailandés

El tailandés… madre, eso es yoga pero con porno incluido. Le estiro el cuerpo con codos, rodillas y todo el cuerpo, los músculos se aflojan y de repente, en un suspiro y con caricias en los muslos, el aire en el cuello… está tan relajado y tan cachondo a la vez que te juro que parece mentira. Aquí la clave es la confianza, que te dejan en manos del que sabe y te llevan hasta el éxtasis.

Cada uno es un mundo propio

Cada uno es un mundo propio… tantra es el alma, el body y el nuru son el cuerpo, el yoni o lingam es el orgasmo puro, el tailandés el equilibrio. Y cuando terminan, les veo la cara y… buf, los ojos encendidos, pulsando aún, como si les hubiese hecho magia. Esto no es "masaje", no, es viajar dentro de uno mismo, de lo que deseas, de lo que arde. Así que lánzate, encuentra tu “rollito” y disfrútalo hasta que no puedas más… hasta que el cuerpo mismo te grite de placer.