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Por qué las chicas dejan el escort y vuelven: una charla sin filtros de esa vida donde decís “me voy un rato” y después... volvés de verdad

 

Lo conocés. Ese cuento. Si no te lo dijo una amiga, lo pensaste vos misma.
“Ya está. Me voy. Quiero otra vida, normal, tranquila”.
Y sí, te vas. Un mes. Dos. A lo mucho, medio año.
Y de repente — perfil activo otra vez, fotos nuevas, y una notita medio culpable:
“Sólo atiendo a clientes fijos. No pensaba volver pero...”

Ese “pero”
Es como una puertita escondida entre dos vidas.
La “nueva” y la otra... esa que es conocida, cómoda, hasta reconfortante, por rara que suene.

¿Por qué se van las chicas del escort? ¿Por qué tantas vuelven?
¿Por qué este sube y baja emocional, tipo resaca después de champagne caro?

Hablemos sin caretas. Sin maquillaje. Sin moraleja. Así como es.

Capítulo uno: por qué se van

Agotamiento emocional

Sonreís. Escuchás. Siempre divina, fresca, disponible.
Aunque dormiste 3 hs y lo único que querés es abrazar la almohada y llorar.
El escort no es sexo. Es teatro. Cada cita, una escena.
A veces suave, a veces medio intensa. Pero siempre actuando.

Después de un tiempo… agotás.
La sonrisa ya no sale, pesa como base mal puesta.
Querés ser vos. No el personaje que inventaste.
Querés silencio. Que no te pregunten más:
“¿Te pinta una cena en Mónaco?”
Querés salirte del show.
Y entonces decís chau.

Amor y vínculos

Aparece uno. De esos que miran con ojos, no con billetera.
Que te abre la puerta, no la aplicación del banco.
Que te acaricia sin tarifa.

Y sentís que capaz sí.
Capaz ahora sos la “novia de verdad”.
Sin sarcasmo, sin muralla, sin doble fondo.

Muchas se van en ese momento.
Porque aparece una chance de ser simplemente mujer, no “producto”.
A veces con apoyo, a veces con drama.
Pero se van, porque quieren amar. Aunque duela, aunque dé miedo.

La presión del afuera

No todas hacen escort con el cartel en la frente.
Muchas viven doble vida.
De día — contadora. De noche — tacones y hotel.
Y llega un punto donde eso pesa.

Alguien se da cuenta.
Un ex tira indirectas.
Tu vieja te mira raro.
Una amiga te dice: “Che, ¿y esa Dior de dónde salió si vos estás sin laburo?”

Y querés huir. Borrar todo.
Volver a ser la chica “normal”.
Escaparte antes que explote todo.
Antes que se enteren.
Antes que se caiga tu mundo.

Te vas. Por prevención. Por cagazo.

Ya juntaste plata, ¿pa' qué seguir?

El escort deja billete.
A veces una noche paga lo que otro gana en todo julio.
Y vos vas ahorrando. Auto. Viaje. Vida nueva.
Y cuando tenés esa cifra en la cabeza…
“Listo. Estoy libre. No lo necesito más.”

Te vas.
Porque la libertad es adictiva.
Algunas se van a pintar, otras a abrir un bar.
Y otras solo quieren no tener que sonreír por plata.

Capítulo dos: por qué vuelven

Y ahí estás. Vida nueva. Sin WhatsApp tóxicos, sin lobby de hotel, sin perfume caro que no es tuyo.
Pero pasa una semana. Dos. Un mes.
Y algo… molesta. Falta algo.

Y volvés.
No todas. Pero muchas sí. Y acá va el porqué:

Se acabó la guita

Es fácil irse con la cuenta llena.
Pero la plata se evapora. Literal.
Y vivir como antes ya no va.
Y ese trabajo de “50 lucas mensuales” te da sarpullido.
Y pedirle cosas a un tipo... no, gracias.

El escort te da vuelta el juego.
Te da poder. Control.
Y — aunque te cueste admitirlo — te devuelve ese gustito a vida de reina.

El amor... no fue

Ese que parecía distinto… no lo era.
O se fue.
O se volvió intenso, controlador:
— “¿Vas a volver a eso?”
— “¿No era que esto era serio?”
— “¿Y yo? ¿Qué soy entonces?”

Y ahí lo ves claro:
No fallaste a él. Te fallaste a vos.
Vos no sos la que espera el viernes para ver si él quiere hacer algo.
Sos la que decide, la que encanta, la que brilla.
Y querés eso de nuevo.

No por los billetes. Por vos.

La costumbre

Esto es un estilo de vida, no solo un trabajo.
La adrenalina, los hoteles lindos, los halagos
El mensajito sorpresa, el cliente nuevo que no sabés si será un encanto o un desastre
Es una vida con emoción.

Y cuando te vas... todo se vuelve gris.
El trabajo “normal” es un bajón.
No sos una oficinista.
Sos fuego. Y extrañás arder.

Porque acá sos alguien

Tenés nombre. Te reconocen.
Sabés cómo hablar, cómo moverte, cómo cautivar.
Jugás en las grandes ligas.
Y fuera de eso... todo se siente chico.

Muchas vuelven por eso.
No por el dinero. Sino por volver a ser ella misma
La que manda. La que elige. La que brilla.

¿Entonces?

El escort no es solo un trabajo.
Es un mundo.
Uno donde te creás. Te rompés. Te reinventás.
Aprendés a leer entre líneas
A mentir con una sonrisa
Y a reconocerte en el espejo, incluso cuando ya no sabés quién sos.

Muchas se van.
Pocas no regresan.
Pero la mayoría vuelve. Porque esto no es solo laburo.
Es un escenario. Y vos sos la protagonista.

Y una más...

Si alguna vez te fuiste y volviste — no te culpes.
No es debilidad. No es error.
Es experiencia.

Reaparecer no es fracaso.
Es elegirte. Otra vez. Con más claridad.

Siempre.